Silencio

Qué poderoso y reparador puede resultar el silencio. En medio del vértigo. En medio de la absurda aceleración que hemos asumido resignadamente como ineludible.

Fueron probablemente solo diez o quince minutos pero fueron de profundo silencio. Hace tiempo que no lo experimentaba. La conjunción de quedarme sin batería en el teléfono, encontrarme solo recorriendo las calles céntricas de una entrañable ciudad que no visitaba hace más de quince años y toparme con una discreta librería que ofrecía la posibilidad de tomar un café. Silencio.

Después de esos minutos de silencio absoluto en mi cabeza, concentrado solo en el aroma y el sabor del café, aproveché que llevaba libreta y pluma para soltar algunos garabatos. Trazos de esos que horas después yo mismo no entiendo a la primera. Palabras que regularmente están condenadas al olvido. Pero quizás no esta vez.

Releyendo las notas de esa tarde y dando un vistazo a las páginas de apuntes de los días recientes, me planteé la posibilidad de volver a compartir algunas de las ideas que estoy explorando. Como lo hice hace tres lustros. El mundo ha cambiado mucho desde entonces. Las formas de comunicar en el mundo del código binario han sufrido mutaciones radicales. Aún así, me interrogo. ¿Será que aún es posible escribir como entonces? ¿Y si lo intento?

Así sea. Intentarlo al menos. Hoy, recupero el silencio de esa tarde de café conmigo mismo y lo traigo aquí convertido en palabras para abrir una nueva etapa en esta bitácora de reflexiones.

En medio del vértigo, pensaba. Quizás alguien descubra en la imagen cierto guiño a esa palabra.

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