Convirtiendo ideas en acciones

A lo largo de las semanas recientes, escuelas, universidades, estudiantes y familias en México hemos experimentado nuevas tensiones ante la incertidumbre con respecto a la forma en que se dará el regreso a las aulas. Además de confusiones y desgaste, la ausencia de ruta oficial ha dificultado que los equipos directivos se animen a mirar un poco más lejos y dediquen tiempo y energía para visualizar el futuro de sus proyectos educativos, más allá de la crisis inmediata.

El asunto se enreda todavía un poco más con el uso cada vez más frecuente del término “híbrido” para describir la manera en que puede darse ese regreso gradual y escalonado. Lamentablemente muchas personas reducen el significado de lo híbrido a la idea de un aula equipada para impartir una sesión simultánea a estudiantes en la escuela y en casa; muchos piensan que una modalidad híbrida exige inversiones en tecnología fuera de su alcance. Esto no es así. Estamos viviendo un momento que desafía cualquier definición, donde lo híbrido ha de entenderse en un sentido mucho más profundo: las modalidades de aprendizaje híbrido, mixto o semipresencial ofrecen muchas salidas. En un país tan diverso como el nuestro, donde las escuelas tienen necesidades y posibilidades muy heterogéneas, será inevitable -afortunadamente- que existan muchas propuestas para el regreso a los planteles.

Cuando se trata de generar soluciones creativas, como lo es en este caso un modelo “híbrido” de aprendizaje para una nueva realidad, una alternativa muy útil es trabajar con una metodología de pensamiento de diseño. Estas metodologías parten de la comprensión de una necesidad para, después de un proceso de ideación, proponer respuestas a través de prototipos que puedan implementarse, evaluarse y ajustarse.

Escuchando las necesidades de diversos equipos directivos, en los meses recientes he seguido esta ruta para diseñar estrategias flexibles que faciliten a las escuelas y sus equipos directivos ajustar o generar un plan de trabajo “híbrido”. La intención es que estos planes les permitan retomar cierto grado de presencialidad en el corto o mediano plazo y, a la vez, explorar y sentar las bases para un proyecto de renovación pedagógica con mirada de largo plazo.

La forma de concretar esta propuesta es a través de talleres y sesiones de acompañamiento centrados en el contexto y visión de cada institución. Mi punto de partida es ayudar a los equipos directivos a identificar en qué punto se encuentran hoy y qué aspectos conviene tener en la mira durante los próximos días y semanas. A partir de ello, podemos ayudarles a trazar una ruta propia y aterrizar una estrategia clara, sustentada y flexible para enfrentar con más serenidad los próximos meses. 

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