
Las calles y jardines de la zona donde vivo han comenzado a poblarse gradualmente de niñas, niños y adolescentes por las tardes, sobre todo en los últimos días. Como cada año, es una de las señales más claras de que se acerca el verano: en su rol de estudiantes cada día tienen menos encargos de tarea para hacer en casa y posiblemente algunas de sus actividades vespertinas entran también en un periodo de pausa. Así, van disponiendo de más tiempo libre para salir a hacer cosas menos “productivas” y probablemente más gozosas.
A la par, en muchas aulas comienzan las tensiones. No es raro que en estos días un creciente número de docentes declare no saber qué hacer con sus estudiantes si ya terminaron los programas o, peor todavía, si ya “cerraron” calificaciones. Así, no es extraño que sutilmente comiencen diversas insinuaciones para desincentivar la asistencia del alumnado. Estudiantes y familias suelen caer en la misma trampa, haciendo evidente uno de los problemas más tristes de nuestros sistemas escolares: si todo gira en torno a los planes de estudio y si el fin de ir a clases es obtener calificaciones, cuando estos procesos terminan se pierde el sentido de la escuela.
Y, a pesar de ello, a mí me parece que durante estos días que tanta gente considera “inútiles” se abren las oportunidades más potentes para impulsar aprendizajes profundos y significativos. Libres de las presiones de la calificación y el currículum tenemos montones de oportunidades para desafiar al alumnado, para motivarles proponiendo retos y actividades que les entusiasmen y les lleven a descubrir cosas nuevas.
Toda persona que se precie de entender la esencia de los procesos de aprendizaje y desarrollo sabe que estos no dependen necesariamente de un currículum ni de una estructura formal que defina estándares y medios para calificar los logros. Aprender es mucho más que eso. Y durante los próximos días se nos abren, como cada año, muchos espacios no solamente para aprender, sino también para impulsar una cultura que rompa las pesadas cadenas que someten el aprendizaje al programa y la calificación.

Me alegra que estes escribiendo de nuevo, la ilustración inicial me encantó, quisiera ver al igual que tú niños y adolescentes en la calle preparándose para jugar, en la zona donde vivo sé que hay niños, pero dentro de sus casas con sus dispositivos, como en los últimos años ha sido la tendencia, mi hija quiere jugar y aunque la vean en el jardín con pelotas, patín, bicicleta y muñecas, nadie sale, solo la miran desde la ventana.
Como quisiera verla jugar con los niños del fraccionamiento como yo hacia cuando era niña en este periodo, en que hasta, con algo de suerte, un amor de verano te pescabas jijiji….
Abrazo 🙂
Me gustaMe gusta