Y, sin embargo, juegan

Palestinian children living in Jabalia refugee camp play games among the rubble of buildings destroyed by Israeli attacks in Gaza City, Gaza on March 31, 2025. Photo by Mahmoud Issa /Anadolu via Getty Images. Recuperada en: https://www.palestine-studies.org/en/node/1657179

A veces la esperanza se me acobarda. Se escabulle. Se esconde. Pero, al final, descubro que no deja de latir. Es irracional, por supuesto. No entiendo de dónde se alimenta. Y, sin embargo, se mueve. Y juega.

Dice la ONU que hoy toca celebrar el día internacional del Juego. Y si la ONU lo dice, nos sumamos porque el poder del juego merece ser celebrado siempre. Y defendido. Impulsado. Protegido. Garantizado.

Es apenas el segundo año en que nos toca celebrar el 11 de junio, después de más de 20 años celebrando el 28 de mayo siguiendo la invitación de Freda Kim, quien fuera presidenta de la Asociación Internacional de Ludotecas. ¿Por qué el 11 de junio? Probablemente podrían explicarlo los señores de LEGO que encabezaron la iniciativa que desbancó la fecha que muchos colectivos y personas celebrábamos antes. (Acá el equipo de Bebé a Mordor reconstruye este enredo de fechas con el que nos topamos hace un año.)

Usando como pretexto la fecha oficial pensé en contar algo sobre el poder del juego. Pero, ¿dónde encuentra uno el ánimo para hacerlo cuando el derecho al juego -junto con muchos otros derechos- se niega hoy a la niñez en tantos lugares? Cierto. Quizás es justo ahí donde debería nacer y explotar el impulso para hablar de ello.

Escribió alguna vez Ernesto Sábato que “a la vida le basta el espacio de una grieta para renacer”. Por algunas de esas grietas se me cuelan atisbos de algo que se parece a la esperanza pero que también tienen mucho de rabia.

Ahí están. Infancias que, pese a todo, frente a la absurda e irracional adversidad, juegan. En Gaza. En Ucrania. Entre las comunidades migrantes en Estados Unidos. A lo largo y ancho de mi país, por supuesto. A solo unos metros de mi casa, también.

Supongo que algo hay en el juego de mecanismo de defensa. ¿De evasión? Quizás. Pero también hay mucho de ponerse a prueba. Explorar. Intentar otras posibilidades y descubrir qué nace de ellas.

Vuelvo a un puñado de fotos que he ido recolectando en días recientes. Y veo cómo la esperanza del juego infantil se cuela por algunas de esas grietas.

Pese a ello, me cuesta mucho ir a dormir. Entiendo que poco está en mis manos pero no encuentro cómo reconciliarme con esa comprensión. Intento ver la gran foto, entender que somos un fragmento en una larguísima historia, pero no consigo dejar de pensar en que cada una de esas partículas encierra una historia que podría ser diferente.

Así, en los juegos eternizados por esas valerosas lentes fotográficas busco algo de alimento para mi frágil y acobardada esperanza.

Nota. No tengo ningún tipo de derecho sobre las fotografías que acompañan estos apuntes. En todas incluyo la descripción, la autoría y la fuente de donde fueron recuperadas.

Palestinian children in Jabalya, in northern Gaza last week. Bashar Taleb/AFP/Getty Images (2025)
Recuperada en: https://edition.cnn.com/2025/02/25/middleeast/israel-hamas-gaza-ceasefire-intl
A Palestinian boy plays on a makeshift swing outside his house in a southern Gaza Strip refugee camp. Mohammed Abed/AFP/Getty. Recuperada en: https://www.independent.co.uk/news/world/middle-east/gaza-mental-health-crisis-funding-aid-a8979491.html
Palestinian children play on Feb. 4, 2009 amid the rubble of houses that were destroyed during Israel’s 22-day offensive in the Gaza Strip. Mahmud Hams / AFP – Getty Images
Recuperada en: https://www.nbcnews.com/id/wbna29391988
Palestinian children Smile during playing outside their house in Gaza City, in front of the Erez crossing point with Israel, in the northern Gaza Strip on August 15, 2016. (Photo by Majdi Fathi/NurPhoto via Getty Images)

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