Pausa + Reconexión + Transformación

“Cualquier tipo de pausa es una forma de profundizar en la vida”, dice Robert Poynton en el ágil diálogo publicado en “La Contra” del diario La Vanguardia hace un par de semanas. Y lo explica seguramente también en su libro Pausa. No eres una lista de tareas pendientes (Koan, 2020), el cual no he leído pero me he tenido que apuntar en la lista de deseos después de leer la entrevista. Lamentablemente muchos no han logrado una pausa ni siquiera con la pandemia encima. Al contrario: siguen acumulando tareas pendientes ―ahora más complejas y desconcertantes― y sufriendo al ver cómo se acumulan.

La situación que estamos viviendo ilustra ―quizá de una forma más cruda y dolorosa de lo que nos hubiese gustado― algo que en educación venimos diciendo hace muchos años, pero cuyo alcance no habíamos comprendido. Hace tiempo que hablamos de habilidades para la vida en un mundo cambiante e incierto. Ya en 1999 Edgar Morin incluyó el enfrentar las incertidumbres como uno de los célebres Siete saberes necesarios para la educación del futuro (Unesco). Pero en los hechos, hasta hace poco, esas ideas no eran más que un discurso en la vida cotidiana de las escuelas. Ahora, después de tanto invocarla, la incertidumbre nos alcanzó y no tiene planes para irse: sabemos que cuando tengamos dominadas algunas piezas, vendrán nuevas complicaciones. 

La incertidumbre ha puesto en evidencia otras cosas de las que ya hablábamos sin tomarlo quizá demasiado en serio. Entre sus lecciones, estamos comprendiendo que la educación en general y la escuela en particular son sistemas complejos. Sus problemáticas no admiten soluciones simples o lineales, en las que atendiendo una variable causal vamos a lograr directamente un efecto. Los sistemas complejos son multidimensionales y sus problemas demandan abordajes creativos, con una mirada amplia, reflexiva y crítica. Y para ello se necesita hacer una pausa, tomar un respiro.

Y después, ¿qué?

En medio de la incertidumbre, cuando conseguimos una pausa es posible preguntarnos qué cosas podemos y debemos hacer de una manera diferente. Si tenemos afinado el instinto, si estamos conectados con la intuición, quizá algunas respuestas que ya teníamos a la vista nos vendrán de golpe. Pero también podemos abrirnos a nuevas posibilidades y explorar lo que estas pueden ofrecernos

Con esa visión en mente, desde hace algunos meses he estado explorando un par de propuestas que hace tiempo llamaban mi atención. Intuía que en ellas encontraría algunas respuestas, pero no me había dado la oportunidad ―el tiempo― de detenerme a profundizar y experimentar con ellas. Hice una pausa y el resultado ha sido inesperado: lo que pensé inicialmente serían herramientas para fortalecer los procesos de aprendizaje en las escuelas, se me ha revelado como un valioso marco mental para enfrentar la incertidumbre y las crisis, en lo profesional y en lo personal.

Las propuestas a las que me refiero son la actitud lúdica y la educación imaginativa.

La primera, va mucho más allá de la idea que comúnmente tenemos de “gamificación” (palabra que, debo reconocer, encuentro terrible). La actitud lúdica, como explica muy bien Imma Marín (¿Jugamos?, Paidós, 2018) es una actitud vital. Y como tal, no solo nos ayuda a transformar la educación, también nos permite resignificar nuestro andar por el mundo, reconectar con nuestra vocación y nuestro proyecto vital. La actitud lúdica nos invita, entre otras cosas, a abrazar la incertidumbre y enfrentar la complejidad. No voy aquí a extenderme mucho más en el tema, ya que lo estoy reservando para una publicación más adelante. Por ahora, si te interesa explorar más sobre el poder del juego y la actitud lúdica, te sugiero visitar la página de MARINVA y dar un vistazo a esta video charla entre Imma y Esther Hierro.

En un territorio cercano ―incluso interconectado― con la actitud lúdica, este año he ido profundizando también en la educación imaginativa, un enfoque pedagógico que conecta las emociones, la imaginación y el desarrollo cognitivo, a partir de las formulaciones teóricas  de Kieran Egan, enfatizando el papel de la imaginación en la comprensión y el aprendizaje. Mi inmersión a esta propuesta ha ido acompañada de inesperados y poderosos encuentros que también pretendo contar en una publicación futura. Anticipo, por el momento, que más allá de un método o una estrategia didáctica, he encontrado en los planteamientos de Egan no solo una invitación para repensar la forma en que aprenden nuestros estudiantes, sino también para revisar mi propio desarrollo y la manera en que me relaciono con los demás. En este proceso, además de leer directamente a Egan, me ha resultado muy valioso el aterrizaje del equipo de Educación Imaginativa México, quienes están impulsando diversas estrategias de formación y divulgación de esta interesante mirada.

¿Por dónde empezar?

Por obvio que parezca, el mejor camino es comenzar por uno mismo. Hace poco publiqué aquí un texto sugiriendo algunas pautas: reconocer los límites del momento que vivimos, reconectar con nuestra vocación a través del trabajo interior, para desde ahí propiciar encuentros para escuchar a los demás y detonar sinergias. Poco después de escribir esas reflexiones me topé con un libro escrito entre Daniel Goleman y Peter M. Senge, llamado Triple Focus (Ediciones B, 2016). Es un texto ágil y directo que propone articular la autoconciencia (enfoque en uno mismo), la empatía (enfoque en los demás) y el pensamiento sistémico (enfoque en el mundo que nos rodea). El planteamiento que ellos hacen se dirige a reformular la educación en las escuelas pero, de nuevo, me parece que sirve de guía para el trabajo personal.


Todo esto se dice fácil, es verdad. Con frecuencia lo más complicado es dar el primer paso. Pensando en ello, hace algunas semanas vengo pensando en la posibilidad de provocar yo mismo algunos encuentros y animar a otras personas a reflexionar juntas. 

Update

Cuando publiqué esta entrada, compartía que me había animado a programar un primer encuentro virtual con el fin de presentar algunas ideas para reconectar con nuestra vocación y con nuestros equipos, buscando que ello nos ayude a superar los numerosos retos que estamos viviendo a raíz de la pandemia. Este espacio de reflexión se realizó el jueves 10 de diciembre de 2020, con poco más de 50 personas a quienes agradezco se hayan sumado. Seguramente iremos compartiendo nuevos espacios. Mientra tanto, quedan aquí las reflexiones y la posibilidad de dialogar en la sección de comentarios.

5 comentarios sobre “Pausa + Reconexión + Transformación

  1. Muchas gracias por compartir tus ideas soportadas siempre con sugerentes escritores, todo ello nos invitas a profundizar cada vez más en la gran misión que tenemos como educadores y que el discurso es bello pero tenemos que aterrizar en reencontrarnos con uno mismo y con los demás y así darnos la oportunidad de generar diálogos acotados a lo cada uno vive y cómo está haciendo frente ante a complejidad tanto de la incertidumbre como del propio sistema… Te mando un abrazo y aprender de ti sin duda me llena el alma

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  2. Lo que me resulta mas llamativo de tu propuesta es lo de la Autoconciencia o enfoque en uno mismo y que precisamente partas de tu propia experiencia para desde allí enfocarte en el otro, ya que comienzas por el dificil trabajo de reconocer con sentido crítico debilidades y mas aún fortalezas internas. Estoy revisando el material que dejas resaltado con la inteción de experimentar en lo que propones. Exitos!!! Saludos desde Caracas, Venezuela

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    1. ¡Hola, Isabel! Es increíble pero tu comentario se me escapó por completo hace un año que visitaste la página. Y hoy me doy una pausa para agradecer la reflexión que nos compartiste. No puedo evitar preguntarme, ¿tuviste oportunidad de experimentar alguna pausa o algo en este trabajo de autoconciencia? Ya nos contarás. Saludos hasta Caracas.

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